viernes, 27 de febrero de 2015

Jueves de concierto

Novedades, sí, vengo con novedades. Primera number one: me he comprado una báscula nueva. Es muy graciosa, tiene en las huellas de los pies dos chanclas dibujadas, de operación bikini total jajaja. ¿Y qué hicimos al llegar a casa mi mamá y yo con la báscula nueva? Pues ir al baño corriendo, desnudarnos y pesarnos, por supuesto. Según mi nueva amiga la de las chanclas, he bajado de peso -viva, viva, viva-. Me ponía 80kg. clavados, incluso por un momento volví a ver el siete -¡qué nostalgia!-, pero se quedó clavada en los ochenta, maldita sea. Claro, el problema también está en que al ser una báscula nueva, a saber si coincide con la que tenía antes... Mi mamá se pesó también, comparó con la que tiene ella en su casa y dice que es más o menos exacto. Mejor, así sigo estando contenta, que ya mismo dejo de ver 8... y espero que para siempre. Además me pesé como a las seis de la tarde, estaba hinchada de que habíamos comido mucho así que quién sabe, ¡igual era menos y todo! ¿Pero qué quiere decir todo esto? Que ya he completado el primer paso, que eran ver los 80 o bajar de ahí, hacia mi meta.

Y una vez dadas las buenas nuevas, vamos a hablar del día de ayer y de las consecuencias. Como os comenté ya, vino mi mamá de visita a Granada para ver a mi chati tocar, así que echamos el día juntas. Ella en su casa no tiene horno, por lo que queríamos hacer algo para aprovechar que aquí sí que tenemos, ¿y qué se le ocurrió? Tarta de hojaldre. Bueno, a eso aquí se le llama empanada -en Argentina para nosotros eso es una tarta, lo dulce es una torta, en serio, jajaja-. Hicimos media rellena de jamón york, tomate, huevo duro y maíz; y otra media de espinacas con cebollita, requesón y huevo. Estaban para morir de buenas, tanto, que nos hinchamos a más no poder. Visita de la mamá, no vamos a hacer pavo a la plancha, ¿verdad? Hasta ahí bien.
Al volver de trabajar, mi novio, queriendo tener un detalle con la suegra, trajo una bandejita de dulces y tartas de manzana -la madre que lo trajo-. Por lo que ahí cayó un trocito pequeño de cada cosa para merendar y calentar para el concierto. Bueno, para una vez que nos vamos de concierto y echar la tarde, además que ya sabíamos que no íbamos a tener tiempo de cenar así que... Vale, bien también.
Nos vamos al bar donde era el concierto. Acomodamos todo, micrófono, amplificadores, afinamos guitarra y en un descuido, mi novio se llevó por delante el cable del micrófono y rompío la clavija, que quedó dentro del ampli. Bien, ya no hay micrófono. El pobretico tuvo que cantar a pelo, no quiso ni amplificar la guitarra porque no se le escucharía la voz... Menos mal que el bar era súper chico y al final se escuchó bastante bien.
Nosotros una vez allí nos animamos, saludando aquí y allá, brindando, nos invitaban a cerveza, chupitos... En fin, que cayeron cuatro tercios de cerveza y dos chupitos. Sin cenar, yo iba con un pedete interesante e iba con mi madre, jajaja. Fue muy cómico todo, pero la verdad es que mi chati  lo hizo genial y yo acabé haciéndole los coros, que me sé ya sus canciones mejor que nadie. Era un ambiente muy familiar y la verdad que lo pasamos estupendamente. ¿Que me pasé con la cerveza? Sí, además cuatro tercios, si es que soy una camionera jajaja. Pero ¿y lo bien que lo pasamos? Eso no tiene precio -ni con mastercard ni nada-. ¡Ah! Y yo al final me rajé y no toqué, jajaja. Y mira que me lo dijeron, pero había demasiada gente y me pudo la presión. Canté como os dije en los coros, pero ya está. ¡Soy una cagá!

Consecuencias de ayer: no, no me he pesado, pero lo que sí he hecho ha sido en tres horas correr unas cinco veces al baño. Mi cuerpo reacciona así cuando un día lo atiborro a porquerías y alcohol, no me preguntéis por qué. Diréis: será resaca, pero qué va, mi reacción a cuando bebo alcohol y como normal es otra: malestar general y dolor de cabeza, que ya me conozco jajaja. La cuestión es que estoy malita, y el menú de hoy va a pasar a ser pavo a la plancha con arroz blanco.

Y ya hasta aquí mi entrada de hoy. Ayer me excedí una vez más, pero me lo pasé como no me lo había pasado en mucho tiempo, así que no hay nada de qué arrepentirse, ni aún estando hoy mala. 
Conclusión: a seguir adelante y a disfrutar cuando tenemos ocasión, que no estamos para sufrir por la comida, sino para vivir.

Un beso.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Productividad

He de asumir que no soy una persona del todo organizada, y no lo soy porque no quiero, sinceramente. Quiero decir que yo, en mi limitada sabiduría, sé ser organizada, pero lo soy cuando no me queda más remedio que serlo: en el trabajo, que con el pan no se juega; cuando me quedan contadas horas para un examen, los esquemas que me hago no tienen rival conocido; cuando me voy de viaje, ni en una agencia me lo organizan mejor ni más bonito ni más barato... En fin. Que soy organizada por obligación, cuando de mi sueldo, de mis notas o del dinero (ahorrar) se trata.
Ayer se me vino a la cabeza todo esto que he ilustrado en este último párrafo, como una revelación, y pensé: ¿Por qué no aplico esa capacidad a mis que haceres diarios? En mi día a día no tengo unas tareas marcadas, la verdad. Tengo muchas cosas en la cabeza siempre, cosas que puedo hacer y que me vendrían bien para progresar, pero soy imposible para ponerme. "Ya tendré tiempo de hacerlo", "más tarde igual", "cuando termine de leer esto, me pongo", "bueno, ya no porque es de noche"... Y así, os podéis imaginar a lo que me refiero. 
Me llaman muchas cosas la atención, me la paso leyendo artículos aquí o allí sobre temas muy diversos: desde las propiedades del trigo sarraceno, pasando por política, hasta temas de astrofísica (hasta donde llegue mi entendimiento, claro). Si bien es cierto que no considero esto perder el tiempo "del todo", ya que podría pasármela jugando al Candy Crush -como en el Congreso- o en Facebook, es verdad que esto me suele impedir centrarme en algo concreto y me hace querer abarcar demasiadas cosas a la vez. Me considero una persona extremadamente curiosa, todo me interesa y no es un problema; es más, lo considero una de mis cualidades. No obstante, tengo que intentar centrarme para poder ser más eficiente y alcanzar mis objetivos.

¿He encontrado la solución? Bueno, estoy en proceso. Ayer hice algo que hoy pareció tener un efecto positivo: me hice una lista de cosas que hacer y un tiempo máximo para hacerlas, calculándolo así a ojo. Y ha sido un día de los más productivos que he tenido en mucho tiempo. Hoy tocaba limpieza -mi madre viene mañana, por lo que limpiar era imprescindible- y ayer me hice una lista con todas las cosas que tenía que hacer, empezando por levantarme a las nueve en punto. Fregué toda la casa, hice la cama, limpié el baño a fondo, fui a hacer la compra a dos supermercados distintos, hice fajitas con la masa casera, ensayé durante dos horas y aquí estoy, escribiendo. Eso sí, estoy hecha polvo, pero me dio tiempo a hacerlo todo. Increíble. A lo mejor así dicho no parece tanto, pero otros días, entre distracciones y vaguezas varias, podía tirarme dos días fregando la casa.
¿Es ésta la solución? Por eso dije que estoy en proceso, porque quiero ver lo que dura. La verdad es que no hago más que faltarme a mi propia palabra, a ver cuánto tardo en faltarme a mi propia palabra escrita. No, pero seamos positivos. Quiero ver el final de mi maldita costumbre de procrastinar y lo quiero ver ya. 
Creo que esto también puede ser una ventaja a la hora de las comidas, ya que tendré que organizármelas también. Hoy habré hecho literalmente cuatro comidas; cinco si contamos el té que me tomé a primera hora. Sin picar absolutamente nada entre horas. Claro, ¿picar cuándo? ¡Si no he tenido tiempo!

Mañana, como dije antes, viene mi señora madre. Conociéndola nos vamos a pegar una panzada de andar, que acabaré queriendo que me amputen los pies. Ella es que eso de "autobuses" no sabe lo que es. Como imaginaréis, va a estar difícil planear nada para mañana. Iré a recogerla a la estación de autobuses a las diez de la mañana, por lo que, si quiero que la casa esté decente cuando venga, el madrugón está asegurado -yo llamo levantarse a las 8:30h. madrugón, para que os situéis conmigo-.
No he podido comprar la báscula aún, a ver si mañana tengo suerte y encuentro alguna en Alcampo, que está al lado de la estación de buses. Ya no sé si actualizaré mañana, pero el viernes vuelvo seguro. Y ya se me acaba el tiempo para hacerme algo y poder cenar a una hora medio decente, por lo que os dejo ya y el viernes me paso por todos vuestros blogs.

Beso.

martes, 24 de febrero de 2015

Drama

Drama: mi báscula ha muerto. Ayer, al moverla, empezó a marcar números al azar. Dije uhm, qué raro. Me subí y mis temores se confirmaron: marcaba exactamente 2402kg. Así, tal cual, lo que es sentirse como una ballena literalmente al subirte a la báscula jajaja. Como creo que no me he pasado tanto el fin de semana como para haber engordado dos toneladas y como la pila se la cambié hace escasas dos semanas, he llegado a la brillante conclusión de que está rota -bravo-. Tengo plan de ir al Carrefour a comprarme otra, y ya aprovecho a darme un paseíto, que entre ida y vuelta es más de una hora de paseo. Ahora, veinte euros por lo menos que me tengo que dejar en una báscula más o menos decente... Así es la vida del pobre, sufrir tanto por veinte euros jajaja. 

Drama II: el jueves mi novio da un concierto y me están presionando, entre él y mi madre, para que salga yo también a tocar. Que me da miedo la gente, familia, ¡que no os enteráis! Siendo serios, me lo estoy planteando: igual es un buen reto para mí, a ver si me libro ya de esta vergüenza patológica que me acecha desde niña. Sigo indecisa igualmente, que tengo que cantar y todo, ¿eh? Son palabras mayores. Además han hecho un evento en Facebook y van ya como treinta personas -drama drama drama-. Voy a ensayar un poco y a grabarme, según el grado de horror que me produzca tomaré una decisión y mañana os cuento. Si me hago famosa prometo no olvidarme de vosotras (?).

Drama III: o no tan drama, pero por seguir con la estética de la entrada y tal. Ayer me pasé un poco comiendo inconscientemente: a la cena (crema de verduras y trozo de pan) añadí una lata de atún, uno de los alimentos que han empezado a agradarme recientemente y que será de los pocos cuya cantidad de calorías desconocía -en su momento me aprendí las cantidades de casi todos los alimentos que me rodeaban, sabiduría curiosa la mía-. Aparte de esto, almorzamos pasta con pesto de aguacate, ya que se lo había prometido a mi gordi. En fin, no es que me haya pasado en cantidad pero sí me he extralimitado igual en la elección de las comidas. El jueves además viene mi madre para el concierto, lo que significa salir a comer fuera one more time. No sé si pasar el día de peso al jueves, aunque esta semana va a ser más confuso con la báscula nueva y tal. Cuánta indecisión, cuánta.


No tengo mucho más que decir más que estoy escuchando al señor Rajoy ahora mismo hablar de España y me desconcierta porque parece que vivimos en países distintos. Es tal la indignación que me corroe en este instante, que voy a dejar de escribir porque se me empiezan a agolpar los pensamientos ofensivos y ya mismo empiezo a despotricar. Y no: porque ahora te persigue la Guardia Civil si insultas a gente gratuitamente como a mí me gusta. :(

A cuidarse.
Besos

domingo, 22 de febrero de 2015

Habemus pecado

Es muy difícil salir tanto a la calle a comer y poder cuidarse. Además, hacer las cosas para dos siempre es en ese sentido un inconveniente: "- ¿Compartimos, que me apetece mucho?" - "No, yo a ver si hay otra cosa." - "Vale, entonces yo solo no." Y así con todo. Vivir con tu pareja y que éste por mucho que coma no va a engordar en la vida, hace que evitar todo lo rico y engordante sea una odisea -lo siento Homero, lo tuyo no era nada-.
Sí que es verdad que desde que dije basta ya, hay que controlarse, mi novio está controlando también un poco las cantidades y el alcohol, cosa que, según dice, está notando para bien. Claro, eso no quita que el viernes quisiera que comiéramos empanadas argentinas, ayer que saliéramos y comiéramos de postre tarta de chocolate y que hoy nos fuésemos a la calle de tapas porque hacía un solazo que había que aprovechar. Esto para él es controlarse, imaginaos antes. Imaginaos además que yo antes seguía ese ritmo con él y, no contenta con ello, aportaba también mi granito de arena con ideas tan suculentas como pecaminosas.

Uhm, tarta.
Sigo teniendo la sensación de que nos pasamos, pero sí que es cierto que este finde hemos salido más. Si no lo llego a contener ayer, ¡se pide un trozo de tarta de tres chocolates para cada uno! En total digamos que me he "saltado" mi ritmo de alimentación sana en unas tres comidas: el viernes por la noche me comí dos empanadas, ayer para cenar dos tapas y el postre y hoy una ración de carne en salsa con patatas fritas para compartir. Cosas buenas: no he bebido alcohol más que el viernes un vasito de cerveza y hoy un carajillo. No sabéis lo que era yo antes... Tres tercios de cerveza en una sentada podían caer tranquilamente. Y eso quieras que no, algo hace. Él está bebiendo también menos y está contento con ello.
Intento seguir la regla del 80/20: no se puede estar el cien por cien del tiempo a dieta, pero sí el ochenta por ciento. Es un enfoque interesante, aunque no sabía que había teoría sobre ello, lo descubrí ahora. Resulta que yo lo estaba siguiendo sin saberlo jajaja. Aquí un enlace.

Hoy entrada corta, que mi gordito acaba de terminar de componer su nueva canción y tendré que hacerle caso. Tengo una tarta de manzana light que preparé esta mañana, por lo que inexorablemente caerá un trocito ahora que nos pondremos a juga al ajedrez o a las cartas. -Como los viejos. No apostamos garbanzos.-

Hala, habemus pecado, pero ya me he confesado. Jajaja.
Cuidáos todas. Beso.

viernes, 20 de febrero de 2015

Alegría totalmente justificada

Estoy contenta *más campanas al vuelo*. Sí, y es que en dos semanas he conseguido engordar doscientos gramos. Así dicho puede parecer ridículo, pero yo -en un ataque inusitado e insólito de optimismo- entiendo que sólo haber engordado doscientos gramos, habiendo comido de todo y muchas veces sin control durante diez días, es un logro absoluto ^^.


Viendo mi progreso he visto que llevando una alimentación sana, comiendo como una persona normal, controlando un poco las cantidades e intentando entender a mi cuerpo -alimentariamente hablando- he perdido un kilo en un mes. Esto que hace unos años me hubiese parecido ridículo, tardar todo un mes en perder un mísero kilo, hoy me hace sentir súper orgullosa. Es un paso más y me gustaría seguir bajando, y, lo que es más importante: no volver a subir. Y que no pasa nada si me equivoco, porque si un día lo hago mal, siempre tengo tiempo para volver a hacerlo bien. Me gusta eso.
En serio, a lo mejor me voy a repetir un poco, pero es que es algo nuevo para mí. Cuando en aquella época perdía peso, lo hacía de una forma que era "efectiva" y más que rápida, pero que yo en el fondo sabía que era perjudicial para mí. Fue un riesgo que asumí, lo que no vi fue que las posibilidades de salir indemne de allí eran inexistentes. Pensaba que era lo único, pensaba que era lo mejor. Ahora ver que las cosas se pueden hacer bien y que efectivamente funciona, es algo que, cuando empecé el blog, no pensaba que me fuese a sorprender tanto y tan gratamente.

A todos se nos ha dicho y repetido una y otra vez que la moderación, el ejericico físico y la alimentación sana son la única forma de bajar de peso de forma saludable y de llevar una vida sana. Esto sin embargo es algo que parece ignorarse con una facilidad pasmosa cuando vemos en la portada de una revista la foto del vientre consumido de la modelo mejor cotizada del momento y un titular que asegura que podrás perder cuatro kilos en dos días si hacemos lo que ellos dicen. En un pestañeo hemos olvidado todo lo que, por nuestro bien, se nos ha intentado hacer entender por activa y por pasiva, y ahí estamos, haciendo la dieta de la alcachofa mientras babeamos con un anuncio del nuevo Magnum de chocolate blanco, con un charco que se nos han estropeado ya hasta los muebles.
Sabemos que no funciona. Sabemos que si bajamos cuatro kilos en dos días, ya sea comiendo exclusivamente manzanas o alcachofas, sopa de repollo o ayunando, acabaremos por recuperarlos al quinto y sexto día, cuando volvamos a comer como un ser humano. Entonces, ¿cuál es el sentido de nuestra insistencia en esta clase de absurdos? Es una respuesta que, yo creo, me llevaría unas siete u ocho entradas explicar con la debida reflexión. Resumiendo, desde mi punto de vista es algo que achacaría a dos cuestiones principales: una, nuestro condicionamiento social -la más evidente pero no por ello menos cierta- y dos, nuestra falta de paciencia.
Me encantaría hablar de ambas razones largo y tendido, pero podríamos morir aquí de vejez. Sencillamente recalcar que la paciencia y la constancia han de ser nuestros aliados incondicionales a la hora de bajar de peso. Los atajos puede que nos lleven allí más rápido, pero que nos dejemos cosas en el camino. Nuestra salud, por ejemplo.

No quiero cerrar sin dejar de decir que respeto a aquellos que quieran seguir esta clase de dietas o métodos. Yo suelo decir que el resto del mundo puede hacer lo que quiera con su vida siempre que a no se me imponga nada. Y lo digo con respecto a todo, a la vida en general. A mí me preocupan mis seres queridos y yo misma, más allá ya no puedo ocuparme. No obstante, y ahora sí con respecto a lo que a la alimentación se refiere, he de decir que yo pasado por casi todas las etapas: obesidad, dietas hiperprotéicas, dietas milagro, anorexia, bulimia, recuperación, etc. y que todo lo que escribo lo hago desde mi propia experiencia, reflexión y observación de cierta mayoría. Es obvio que lo que yo digo no se aplica a todo el mundo y si a alguien la dieta de la alcachofa le ha cambiado la vida para bien, me parece genial y me alegro -y en el fondo admiro también porque detesto las alcachofas y para mí es algo inconcebible, pero no viene al caso-. Yo escribo para hacerme terapia [así, tal cual leéis], para desahogarme y para organizar mis pensamientos, pero si alguno de mis textos puede ser de ayuda para alguien, sería fantástico.

Y ya me he vuelto a liar, que llevo cuarenta y cinco minutos escribiendo jajaja. Nada, tampoco voy a hacer mucha gala de vida saludable porque de actividad física la verdad que estoy bastante parada. Mi espalda la noto que va a mejor, pero me da todavía miedito coger la bici. 
A ver si escribo un poquito en fin de semana también, ¡para variar un poco! Sí que es verdad que es uno de mis rinconcitos de caos y que me gustan esos días de no pensar en nada, sólo pasarlo bien. Pero a veces eso me lo tomo demasiado a pecho, jajaja.

Besos para quienes me leéis. Y para los que no también (?).

jueves, 19 de febrero de 2015

Buscando el rumbo

A punto de irme a dormir he estado. Pero he venido a cumplir con mi deber (?). No tengo gran cosa que decir sobre el día de hoy: con lo que a la comida respecta, quizá he comido un pelín de más entre desayuno y almuerzo. Hice unas pizzas de base claras-avena y les agregué queso -ups-, pero el resto fue fruta que comí a deshoras y algún trocito de pan que me ha sobrado.
La verdad es que estos días he tenido bastante hambre. Lo bueno es que me las arreglé para que, tanto hoy como el martes, lo que picara entre horas fuese fruta o alguna almendra. Estoy mirando recetillas que pueda hacer así más especiales para el finde, para sacar un poco a mi novio de mis típicos platos de verduras con proteína y algo de pan que suelo hacer entre semana. A ver, que yo me invento muchas cosas, pero no hay nada a la que no le añada un ajito, una buena cebolla y pimientos. Soy así, la yonki de las hortalizas.
Lo de las pizzas de hoy me ha parecido una idea buenísima, lo único es que la próxima vez procuraré usar queso light o algo -si hay algo que me duele en este mundo es dejar de comer queso diariamente, ya que lo amo-. Para este finde he estado pensando en hacer unas hamburguesitas caseras, que tengo muchas ganas de hamburguesa. Eso además despistará a mi novio, que no puede evitar convertirse en el increíble Hulk de los hidratos de carbono al llegar el fin de semana. Le pongo un poco de pan para meter la hamburguesa y tan contento jajaja. Yo sin pan, of course

Por lo demás estoy un poco desanimada, lo quiero remediar. Esto de no estar estudiando ni trabajando no mola tanto como uno solía pensar cuando estaba en el colegio, no. Me gustaría organizarme bien y ponerme a practicar mi hace-un-año-avanzado alemán, a mejorar aún más mi inglés -aunque sí que sigo viendo series y leyendo en ese idioma-, a recuperar mi francés que lo tengo abandonado y a aprender italiano. Hola, me gustan los idiomas. Se me dan bien y la verdad es que quiero aprovecharlo. Lo que pasa es que lo voy dejando, y dejando... Y no.
Mis fans want me back.
Me gustaría utilizar el blog como algo más que un diario para decir en qué me he equivocado comiendo o cuántos gramos he perdido esta semana. La verdad es que el tiempo que estuve enroscada en mi TCA perdí el interés por absolutamente todo lo que no tenía que ver con dieta y mi novio de entonces. Perdí el interés en la carrera, en la literatura, dejé de tocar la guitarra... Sólo me interesaba ver bajar el numerito de la báscula y agradar a un tío al que yo consideraba "estaba demasiado buenísimo para estar conmigo", al que yo en realidad ya le gustaba, que me quería, y que acabó hartándose de mi actitud autodestructiva -él tampoco era un santo, pero vamos a no meternos con el chiquillo que tuvo que aguantar mucho-. 
A lo que voy es que todas esas cosas que perdí por el camino tengo la intención de recuperarlas. Menos a mi ex, a todas. En mi cabeza sigo autoconvenciéndome de que todas esas cosas siguen ahí, que leo un libro cada tanto, que a veces me pongo con la guitarra, que veo series y leo el periódico en inglés... Pero la realidad es otra. No pongo el empeño que debo poner y por tanto no mejoro. Y yo quiero mejorar, en todos los aspectos de mi vida. Mi TCA lo invadió todo y destruyó gran parte, pero la responsabilidad de reconstruirlo es mía y sólo mía.
Ya es hora de ponerse en pie.

martes, 17 de febrero de 2015

Desaparece, ya, si puedes

Ya como diez días desaparecida: desastre. Llamadme conformista, pero estoy ya satisfecha de, al menos, haber vuelto. Lo digo porque no sería la primera vez que me desvío y que inconscientemente me niego a volver al blog por estar asqueada con mi actitud, tan asqueada, que me da rabia y miedo verme aquí reflejada. Es entonces cuando yo en mi interior me flagelo por haberme vuelto loca con la comida, lo que me provoca cierto agobio y ansiedad, lo que me lleva a comer, lo que me lleva a flagelarme, lo que me lleva... Bueno, creo que lo habéis pillado. Y claro, tras esto, acabo por borrar el blog, por sumirme en mi vorágine de autocompadecimiento y por volver a aquella vida de sedentarismo y comida sin filtros. Como he dicho, no sería la primera vez, pero hoy me he negado a que eso ocurriera.
No tengo ni idea de cuánto peso, lo veré el día que tenga que corresponde, ahora eso no es lo importante. Como ya he dicho otras veces, el objetivo principal de este blog es lograr un cambio en mi vida, y me he dado cuenta de que si hubiese tomado en algún momento de esta semana caótica las riendas, me hubiese sentado media hora y me hubiese puesto a escribir. Es mi forma de control, ya he comprobado que si no mi cabeza empieza a irse. Por eso he visto imprescindible volver.

No voy a contar la semana entera, porque podríamos estar aquí leyendo hasta el verano, pero sí os digo que al final me la pasé hasta el viernes en el pueblo con mi familia. Allí es difícil llevar una rutina, por no decir imposible. Al menos pude salir bastante a caminar con mi perrilla y, como mi hermano decía que quería hacer dieta, estuve enseñándole y preparándole recetillas buenas para no pasar hambre. A parte de eso, fue bastante un descontrol. Mis padres están separados, por lo que me la pasaba yendo de casa en casa, comiendo con ellos siempre que podía, muchas veces repitiendo. Y ya si tengo que mencionar las tartas de cumpleaños, las sobras de los festejos y los días que duraron... En fin, mejor ni hablar.
El culmen del descontrol fue sin embargo el miércoles. Mi madre y yo tuvimos una charla sobre mi imposibilidad de acabar la carrera este año -por motivos económicos-, que es un asunto sobre el que tengo mucha presión y muchas ganas de solucionarlo, pero a veces me sobrepasa. ¿Qué hice yo, en una brillante demostración de toma de decisiones desacertadas? Pues aproveché que mi mamá se fue a patinar y me atiborré de cosas que luego fui a vomitar. Hacía mucho que no recaía y la verdad es que me sentó como un tiro. Es como estar en un huracán, piensas que vomitando se arregla, que ahí encuentras la calma, pero lo único que has hecho es meterte bien dentro del ojo: la peor parte viene después y te queda mucho por pasar.

[Hoy estoy literaria y melancólica, es que está lloviendo.]
Yo viendo llover con sumo interés.
Los días siguientes fueron de desinterés absoluto. No quería saber nada de escribir, ni de comer bien, ni de pesarme, ni de nada. El fin de semana lo aproveché bien con mi gordo y procuré evadirme para no pensar en que había recaído -lo hago siempre porque soy así de responsable-. Ayer todo fueron buenas intenciones, pero no sé por qué, encontré toda clase de excusas para no volver aquí. Sería rabia de pensar cómo se verían mis errores aquí, tan bien reflejados. Pero ya está, aquí estoy, hoy me he levantado diciéndome que ya está bien. Dejemos el pasado atrás, que es donde tiene que estar. 
Pasemos a algo que tampoco es mucho mejor jajaja. Hoy tengo cita con el médico otra vez, mi espalda está mejor pero no llega a curarse del todo. A ver si tengo suerte y me manda una radiografía o algo que sirva. Además creo que he tenido reacción a las pastillas que me mandó y estoy llena de un sarpullido blanco, parece que me ha nevado encima. ¿Qué quiere decir esto -lo de la espalda, no el sarpullido-? Pues que tengo que dejar el deporte a un lado por lo pronto: no sabéis cuánto me jode. Cuando llevo mucho rato andando la verdad es que me duele bastante, la bici no puedo ni tocarla, así que ya veis qué alegría de todo jajaja.
Intentaré llevar comer sensatamente y a ver si la ansiedad deja de acosarme para que vaya a la nevera a por queso y cosas malignas.

Ahora me paso por vuestros blogs a ver qué tal vais.
Besis.


PD: una última cosa, que yo me lo pasé muy bien con mi familia a pesar de todo esto, ¿eh? Que según leo que lo que he escrito parece haber sido un via crucis, jajaja.
PD2: que se me olvidó contaros de mi vecina la otra vez, al final bien, es de esa clase de personas que hablan sin parar y que necesitan a alguien que las escuche -> yo. Para eso soy buena, para escuchar, no soy sociópata, ¿eh? Sólo un pelín sociófoba :D

viernes, 6 de febrero de 2015

Viernes y locura

Como podéis ver por ahí a la derecha, sí, he perdido un kilo. *¡Yey, yey! ¡Viva viva!*. Una parte de mí quería que siguiera siendo 80,1kg. en vez de 80,5kg. jajaja. Nah, en el fondo hice bien, el peso de ayer venía de haberme saltado una comida y no era realista: las consecuencias podrían haber sido peores.
Ahora empieza una semana en la que va a ser complicado poder comer más o menos bien: aparte del fin de semana, que ya de por sí suele ser difícil, el lunes es el cumpleaños de mi hermano y me iré unos diitas al pueblo con mis padres. Me quedaré allí hasta el miércoles por la tarde, pero ya os digo que la casa de mi padre es el templo de la comida basura, y dado que mi hermano vive él, ahí es donde estaré la mayor parte del tiempo. Lo bueno es que ahí soy yo la que cocina: siempre me invento algo para comer bien yo y que ellos -hermano, padre, abuelo, casa de hombres-, aunque sea por unos días, intenten recordar a lo que sabe una verdura. Por las noches estaré con mi madre, que desde que su pareja se fue al extranjero a trabajar está poquito sola y le hago compañía. Además, que ella es de poquito comer jajaja. Pero un cumpleaños es un cumpleaños, y un hermano no cumple 17 todos los días, así que no me voy tampoco a restringir excesivamente cuando festejemos.

El finde ha empezado "bien". Mi chati me acaba de traer una porción de strudel que vio en una pastelería -me vuelve loca el strudel, es lo mejor que han inventado los alemanes, más que los coches-. Eso, sumado a que estoy tristona pues... Que ha ido tó p'adentro, vamos. Y nada, hoy estoy tristona porque... No sé, es de esos días. Quería echar un ratito tranquilo con mi novio, en casita sin que nadie moleste, pero él hizo planes con nuestra vecina de al lado y hemos quedado -ha quedado él por los dos- para tapear con ella. Ahora resulta que él va a llegar tarde porque su peña de fútbol ha retrasado una hora el partido que tenían planeado para hoy, y yo tengo que quedar con ella a solas, que él se nos sumará luego, cuando termine de jugar. A ver, la chiquilla es simpática, pero no la conozco tanto como para quedar a solas con ella. Y eso me pone de mal humor, porque sacarme de mi zona de confort me pone nerviosa y porque creo que voy a pasar un mal rato -igual no, ahora veremos-.
Nunca he hablado de aquí de mi lado sociófobo, pero tengo un poco de eso jajaja. Soy de esa gente que prefiere tener poquitos amigos pero muy cercanos, me cuesta conocer gente con la que, a priori, no tengo nada en común. Probablemte cuando empiezo a hablar con alguien, puedo descubrir algo que tenga en común con esa persona, pero hasta que hago ese descubrimiento, lo paso muy mal. Soy nefasta en las conversaciones triviales, no me gustan ni se me dan bien. Me defino como una persona introvertida que aún hoy sigue aprendiendo a socializar, algo que en nuestro entorno parece ser imprescidinble. ¡Y más en España! Intento aprender cómo se hace, veo cómo se desenvuelven los demás, los extrovertidos, e intento emularlo -no os riáis, así de mala soy jajaja-, pero ya os digo: no me gusta. No me gusta porque me cuesta horrores, porque detesto las conversaciones que no llevan a nada, preguntarle a gente que no me interesa que qué tal le va, hablar porque sí... Son cosas que no me llenan. Me siento más cómoda hablando con confianza de cosas más personales o más complejas, cosas que no puedes hablar con cualquiera. Ahora, ponerme yo con una persona a preguntarle qué música le gusta, dónde ha estudiado, o qué le gusta hacer los fines de semana... Puf, se me da fatal.
Eso sí: si alguien habla personalmente conmigo, no lo voy a despreciar y a escupirle a la cara jajaja. Soy una persona con la que se puede hablar, o más bien a la que se puede hablar, porque lo que en realidad se me da bien es escuchar, pero digo las palabras justas y necesarias.
Vamos, ya cuando me metes en un grupo de gente desconocida... Horror, mi cara de tierra trágame es para retratarla jajaja. Por cierto, del mal humor me acabo de comer una tostada con paté, muy bien yo.

En fin, llego tarde a la cita con mi vecina. 
Deseadme suerte. 

Besetes.

jueves, 5 de febrero de 2015

¡O multita o bronquita!

Esta gran frase de cierta política kamikaze me vino a la cabeza al recordar mi día de ayer: ¡bronquita, sí! Así es, temblaron las paredes de la casa, y es que mi chati y yo no podemos ser todo amor continuamente, que eso cansa mucho. No, a veces tenemos que dejar salir nuestro genio. Ya sabéis, son las cosas de la convivencia, pero si vierais la chorrada que desató nuestra ira (?)... Resumiendo, que él intentó cambiar cosas de sitio, yo soy de aquellas que les dan importancia a los detalles -y más cuando ahora sin trabajo la ama de casa soy yo y me encargo de todo-, le intenté decir por qué no me parecía una buena idea y él reaccionó mal, diciéndome que siempre tengo que cuestionárselo todo.
Sí señoras, porque yo lo cuestiono absolutamente todo, desde la filosofía de la vida hasta la elección de mi champú: cuando digo todo, es todo. Eso a él, dice, le agota mucho, que siempre me tiene que dar un motivo por el que hace las cosas. Vamos, que yo soy muy analítica, todo lo que hago tiene que tener un sentido, a muerte, y él prefiere que las decisiones del día a día sean más bien aleatorias.Y eso fue, gritamos un poco, nos ignoramos un rato, yo lloré y me acosté jajaja. Ese es mi modus operandi: llorar y dormir; en serio, me quedo súper a gusto y me levanto nueva. Al final acabamos arreglándolo hablando tranquilamente, quedamos en que intenteríamos tolerarnos el uno al otro, además de controlar las reacciones histéricas que tenemos y ya está. 

Dormir, la mejor terapia que existe.
Claro, toda esta batalla ocurrió a la hora de la cena y acabé yéndome a la cama sin cenar. Es raro, porque yo siempre que me enfado o lloro tengo la necesidad de engullir cosas engorrosas, pero ayer decidí acostarme directamente para que volviese un poco la calma. El resultado de aquello se vio hoy en la báscula: 80,1kg. ¡Casi un kilo y medio menos! Vamos, yo estaba flipándolo, porque es demasiado poco. Temiendo que todo esto sea por deshidratación -no sólo a causa de las lágrimas, por mucho que yo sea de llorar como una Magdalena-, he decidido volver a trasladar el día de peso al viernes, así que hoy comeré normal, me hidrataré normal y mañana volveré a pesarme para apuntarlo aquí.
No me gusta saltarme comidas, pero ayer no fue por gusto la verdad. Fue un día regulero, al final, tras hablar con mi madre, decidí esperar un poco más para ir al médico. Básicamente porque si iba ayer, todavía con la regla, puede que la doctora me despachara rápido diciéndome que todo eso es consecuencia de la menstruación y que tomara ibuprofeno. Pasé la cita para mañana, así que a ver lo que me dice. La charla con mi madre fue productiva, que eso a ella le pasa mucho. Dice que lo más probable es que sea lumbalgia: que no haga ningún esfuerzo, procure no agacharme y que ya me sacará cita para fisio si sigo así. Me sigue doliendo y la verdad es que estoy bastante incómoda. No puedo levantar nada -ayer lo intenté y vi las estrellas- y me siento una inútil, mi novio tiene que hacerlo todo por mí, angelico. Encima le doy guerra: soy lo peor, jajaja.

¡Tengo ganas de que se acabe esto para volver a hacer mi ratito de deporte! 
Últimamente sólo hablo de sufrimiento, jajaja.
Besos.

martes, 3 de febrero de 2015

Ya está aquí la tercera edad

Sí, soy definitivamente una abuela, y si me vierais ahora mismo recostada en el sofá con el cojín en la espalda, metida en el brasero y con cara de qué-malita-estoy-y-qué-poquito-me-quejo, estaríais de acuerdo conmigo. Resulta que desde hace aproximadamente una semana he venido sintiendo un dolor en la parte más baja de la columna, donde la espalda pierde su nombre no, un poco más arriba. Empezó como un dolorcillo, que en principio achaqué a la inminente llegada de la menstruación junto a alguna mala postura, pero que ha ido aumentando y aumentando en intensidad. Esta tarde pensé que ya estaba más o menos bien e intenté hacer un poco de bici estática: craso error. Ahora estoy aquí varada cual ballena malita -lo de ballena no lo digo con segundas aunque pueda parecerlo jajaja- y cambiando de posición continuamente porque el dolor no me deja tranquila.
Así que ya veis, no era sólo la regla sino también un algo desconocido que espero que no sea herencia de mi madre, que tiene una hernia discal y el dolor es en el mismo sitio -horror-. Mañana mi médico espero que me saque de dudas, aunque sinceramente no tengo muchas esperanzas puestas en esa mujer, que suele pasar bastante de cualquier cosa que pueda decirle. No lo entiendo, con lo maja que yo soy. En fin. 

Con respecto a la comida lo voy llevando bastante bien. Creo que igual debería tomarme más en serio lo de mi diario de comidas, otro de los consejos que me dio la psicóloga en su momento para ayudar a superar la bulimia. Os mentiría si os dijera que no funciona, a mí en su momento me supuso una cierta disciplina y autocontrol. Ahora como ya tengo esa faceta, no voy a decir que superada, pero más o menos a raya -desde que admití mi problema y pedí ayuda hasta hoy han pasado ya unos 15 meses-, lo he venido dejando un poco de lado y es una pena, porque no sólo ayuda a evitar los temidos atracones y posteriores purgas, sino que también es un buen método para controlar lo que uno come. 
Diarios: el regreso.
A este respecto he de decir que para mí lo primordial es no obsesionarse con que todo lo que se vea escrito en esta especie de diario sea perfecto-light-lechuga, sino que creo que es muy importante el hecho de que veamos nuestros caprichos, si nos los hemos dado, como algo natural, normal, y necesario. Nos hemos salido de nuestro plan de alimentación sana y nos hemos comido un trozo de bizcocho, ¡no hay problema! ¿Es que no hay tiempo para volver a nuestro plan -por llamarlo de alguna manera-? ¿Estamos en una carrera? No. Nunca
Después de mucho equivocarme y mucho pasarlo mal, he llegado a la conclusión de que hay que aprender a valorar lo que verdaderamente es importante: si llegamos al verano y no hemos alcanzado el peso que nos gustaría, pero por otro lado hemos conseguido cambiar de vida, aprender a comer cosas distintas y buenas para nosotros, hacer deporte, salir más, ver más el sol... Por mucha talla 38 que no podamos ponernos, lo que deberíamos es estar felices, fantásticas, mejor que nunca por haber conseguido lo más difícil. Cambiar.

Si bien es verdad que yo no tengo ahora mismo ningún problema de obesidad que superar, dado que sólo sufro de unos 5 kilos de sobrepeso -de 77kg. para abajo decía mi nutricionista que es un peso normal para mí-, esto ya me supone una cuestión de autoestima. Sé que con 65 kg. estoy muy bien, toda la ropa que me gusta me entra y me veía estupenda. Claro, eso de que me veía estupenda lo veo ahora, en aquel momento no era capaz de apreciarlo: me veía como un tonel. Estaba enferma, claro, y lo que también puedo ver ahora es la falta de brillo que tenía, se me había caído todo -tetas, culo, cara, seamos claros- y estaba como gris... No quiero volver a eso. De a poquito y constante, no tengo prisa y, aunque me lleve un año, tengo intención de conseguirlo.

Y después de esta reflexión maravillosa y que no tenía mucho que ver con lo anterior, pero que salió espontánea, me despido. Igual vuelvo con una sección de diario alimenticio de esas, ya veré mañana.
¡A cuidarse! Y yo la primera.

lunes, 2 de febrero de 2015

Sueños son

Lo primero que hice esta mañana al levantarme fue venir corriendo a leer mis propias entradas y vuestros blogs. Puede parecer absurdo, a lo mejor lo es, pero tuve un sueño extremadamente realista en el que me pasaba días y días encima de la bicicleta estática y no hacía más que ponerme cada día más gorda y gorda. Exagerado, jajaja. Nada, ya se me ha pasado, pero era impresionante, empezaban a salir lorzas y grasa everywhere. Procuraré no contarle esto nunca a mi psicóloga, a ver si se va a pensar que he recaído jajaja.

Probablemente sería efecto del finde, que al final he hecho lo que me ha dado la gana. Sí: he comido de todo y no me arrepiento, sinceramente. El viernes lo hice bien, me tomé una sola cerveza y dos tapas, sin porquerías. Me tomé sólo una cerveza -¡impresionante!-. El sábado lamentablemente no pudimos salir con las bicis porque hizo un tiempo terrible en Granada -viento, lluvia, oscuridad-. Mi novio y yo queríamos cocinar algo juntos e hicimos un calzone para los dos y una crema de verdura. Ya sé que el calzone no es lo que se diga light, pero haciéndolo nosotros me quedaba más tranquila, sabiendo lo que lleva dentro: tomate, pavo, requesón y queso. No llegué a comerme ni media, así que me quedé contenta. Mi chati sin embargo me traicionó jajaja. Compró un chocolate y claro, a mí me resulta muy complicado resistirme. Acordamos igualmente que sólo comeríamos un trocito por día y los fines de semana nada más -¡JA!-.

Saliendo a la calle en Granada el sábado.
El plan del domingo era salir con las bicis, pero saltó la alerta roja jajaja. Sí señoras, me vino la regla. Y a mí la menstruación, del dolor, me deja hecha un trapico, un pelele inservible y sufriente. Por lo que mi chico se fue solo a subir sierras y montañas y cosas de esas. Otro detalle fue que mi suegra trajo la comida: san jacobos y croquetas -NOOOOOO... Pero con ensalada-. Así que ya veis, las croquetas estaban de muerte. Y ya luego el resto del día, sí, comí un poco de chocolate, hice un bizcocho light -era light de verdad, ¿eh?- porque moría de ganas de dulce por culpa de la ya llamada alerta roja.

Es cierto que he comido de todo, pero no me he hartado de nada, es decir, que he comido como una persona normal, sin cortarme, pero a su vez sin atracarme como habría hecho en otros tiempos. Hoy es lunes y es tiempo de recuperar. Intentaré hoy hacer un poco de bici, pero sigo un poco dolorida por la regla. No me siento mal por el fin de semana, lo recuperaré estos días y, con suerte, para el día de peso mi menstruación ya se habrá ido para no volver -hasta final de mes-.

Hala, a empezar bien el mes.
Gracias por comentar, sois todo amor.
Besos.


[Actualizo 17:50h.]
Estoy hecha polvo y hartándome a todo lo que huela a hidratos de carbono, ¡maldita sea! Espero mañana poder escribir algo de menos sufrimiento jajaja.