martes, 15 de marzo de 2016

Piensa mientras comes. Corre sin pensar.

Supongo que no soy la única a la que le pasa que cualquier cosa que desestabiliza emocionalmente me hace buscar consuelo rápido en la comida. Es verdad que no me pego atracones infinitos como hacía antes, pero sí me llevó por ejemplo hoy a comerme dos tostadas con paté y mermelada de frambuesa –puesta a pasarme, me paso a lo gourmet. Y todo por una discusión absurda con mi novio. Me gustaría poder controlarlo, ya no por subir o no de peso, sino porque estaría bien poder afrontar los problemas de alguna otra manera –como esa gente que hace deporte cuando está disgustada, esa gente a la que dios quiere de verdad–. La clave está siempre en lo mismo: pensar. ¿Qué me aporta esto? ¿Soluciono algo? ¿Me arregla el paté la vida? Esa clase de cosas, aplastarme con mi propia lógica.


En el frente del ejercicio, he de decir que hoy di medio paso adelante. Y digo medio porque empecé con una rutina de BBG (Bikina Body Guide) y no pude completarla. Ahí dejo el enlace para que lo veais si os interesa. La idea la saqué del blog de Marmota y me pareció estupenda. El problema es que me veo un poco baja de forma para ello.
Se trata de circuitos de cardio/fuerza de siete minutos, que hay que realizar unas cuatro veces haciendo 90 segundos de descanso entre cada uno. Yo hice dos y me quise morir, así estoy. La propia autora del método dice que es necesario un nivel aeróbico básico para poder completarla, pero yo diría que un poco más que eso. Como dice en artículo de Vitónica al que os enlacé más arriba, en la primera semana ya introduce los burpees, un ejercicio bastante complejo para una persona con un nivel de entrenamiento bajo.
Como la autora recomienda, voy a intentar entrenar unas dos semanas para poder empezar con el BBG. Y para eso lo ideal sería retomar mi rutina de correr, pero me sorprende pensar en lo cobarde que estoy siendo con respecto a eso; que me doy hasta vergüenza, ¿eh? Tengo un amplio abanico de excusas que voy a refutarme ahora mismo:
Hace mucho frío para salir a las 8:30 h. de la mañana como solía hacer antes.
Verdad, a las 8:30h. de la mañana, por mucha Andalucía que sea ésta en la que vivo, hace un fresquete importante, que por mi falta de equipamiento no sería lo ideal si no quiero pillar una pulmonía. Pero podría salir a las 11:30h. (hoy a esa hora hizo 14ºC) sin problema ninguno.
Ya, pero no puedo salir después de haber desayunado, con el estómago lleno. Y, como es obvio, no voy a estar sin desayunar hasta las 11:30h. de la mañana...
No es necesario salir recién desayunada, si me levanto a las 8:00h., a las 8:15h. toca desayunar, para las 11h. está la digestión más que hecha. Y santas pascuas.
No tengo hambre a las 8 de la mañana.
Pues me aguanto y desayuno igual.
Salir a media mañana me corta y me quita tiempo a la hora de estudiar y hacer cosas de la facultad, a la que voy por las tardes.
Mira, maja, de 9:00h. a 11:00h. a estudiar, que eso debería ser suficiente, ¡que lo llevo todo al día!
(La más ridícula de todas). Hay mucha gente por la calle a esa hora y me da vergüenza que todo el mundo me vea con mis pintas de correr.
Claro, porque la gente no tiene nada mejor que hacer que mirarme a mí por la calle. Y si lo hacen, ¿qué van a decir? ¡Una persona que viene de correr! ¡A la hoguera! Pues no. Que todavía me siga dando palo esto... Me dan ganas de pegarme por tonta.

Pues hale, mañana no hay excusa que valga.
¡Os quiero seguir leyendo bien!

Beso,

Noa.




jueves, 10 de marzo de 2016

Resoluciones

Las aguas van volviendo a su cauce. He pasado este último par de semanas por una mala racha: problemas familiares que me han hecho estar decaída, sin mucha gana de esforzarme por hacer nada que no fuera ir a clase. A esto se le suma cierto desánimo por la Universidad este cuatrimestre, dado que el anterior fue apasionante y éste me da ganas de defenestrarme: el tedio en su máxima expresión. Pero no permití que fuese a más. Esta semana la empecé con ganas, llevando a cabo esas rutinas que os comentaba en la entrada anterior, y todo parece volver a encarrilarse de a poco.

Acerca de mi peso actual todavía no puedo hablar, ya que el día oficial será mañana. El sábado pasado lo hice, sin embargo, después de una semana de despreocupación absoluta, y rondaba los 73, nada desorbitado. 
De esto del peso venía yo a hablaros hoy, ya que es algo que he venido planteándome los últimos días. Si bien es verdad que lo máximo para no caer en el sobrepeso son para mí 77 kg. y que estoy relativamente cómoda en mi peso actual, he llegado a la conclusión de que no me gustaría quedarme tal cual estoy. Cuidado, que no estoy descontenta con mi cuerpo -ya no, ¡yey!-, ¿eh? Soy de caderas grandes y cintura pequeña, nada de barriga (aunque tampoco mucho pecho), bastante proporcionada y muy a gustito: no tengo problemas con eso. Pero sí hay una cosa que me molesta sobremanera: estoy fofa. Sí, amigos, es un hecho. Tantos años de subi-baja me han pasado factura, y si me ponen a bailar el waka-waka parezco gelatina. ¿Solución mágica para esto? Pues hacer ejercicio, nada nuevo en la viña del señor.
En relación con esto, y dado que en mi casa la crisis todavía no es historia como dicen por ahí, me es imposible apuntarme a un gimnasio, por lo que he estado fichando rutinas para hacer en casa (básicamente para tonificar un poco: lo típico de hacer mancuernas con paquetes de arroz y kettlebells con garrafas de aceite Hacendado) y volver a correr en cuanto el clima me permita no congelarme la tráquea. Por lo pronto, en cuanto a cardio, voy cada día andando a la facultad. Y diréis, vaya caca, ¿no? Pues no tanto. Son 40 minutos de subidita (desde mi casa) que acaban con 843297523 escaleras, por lo que no está mal. [La cuesta infernal de la Cartuja tiene hasta página de Facebook, para que veais el nivel] De vuelta son 30 minutos más o menos, pero cuesta abajo, ni los cuento porque voy como Heidi por la pradera.
Además, quiero bajar un poco más de peso. ¡Lo justo para poder ponerme una talla 42 sin esfuerzo! -Actualmente, dependiendo la tienda, es o no la Odisea-. Ya sé que lo de las tallas es muy relativo, pero espero que entendáis a lo que me refiero. No estoy gorda, y lo sé, sólo me gustaría tener un peso menos cercano a la frontera del sobrepeso. Quiero llegar a 67. Dado que el máximo para mi altura serían aprox. 77 y el mínimo 56, me parece un buen número, un ni pa' ti ni pa' mí
No, no voy a convertir esto en una batalla contra mí misma, ni nada por el estilo. Sabéis que he aprendido a tomarme las cosas con calma y así lo pienso hacer. Nada de estrés, ni plazos de tiempo, ni agobios: sólo ejercicio, y dejar los dulces y las pizzas para los fines de semana. 

Fiuf, necesitaba escribir esto para aclararme un poco, la verdad. 
Bendito blog. Espero no haberos taladrado demasiado.
Me pasaré a leeros en breves y gracias mil por vuestros comentarios.

Besos, corazones.

Noa.